Páginas

lunes, 9 de mayo de 2011

Problemas de tráfico

Cuando llegué a Yamena, la capital de Chad, después de mis primeras vacaciones en España (mucho ha llovido desde entonces), me llevé la grata sorpresa de que me estaba esperando el coche de la misión para regresar a Doba. El P. Luigi, mi compañero de misión muy detallista él,  había tenido la delicadeza de hacerlo llegar a la capital para que pudiera realizar el viaje de regreso sin problemas. En aquel entonces no era fácil encontrar un medio de transporte seguro para recorrer los seiscientos kilómetros que separan Yamena de Doba. Hoy las cosas son distintas, la carretera está totalmente asfaltada y hay un transporte público más o menos seguro, según me cuentan.

Tras dos días en la capital para arreglar papeles y hacer unas compras, me puse en camino con dos compañeros más. Todo fue muy bien hasta que llegamos a Moundou, apenas100 kilómetros antes de llegar a Doba. La única salida de la ciudad es un estrecho puente que cruza el río Logone y en el que siempre suele haber algún control policial. Con él me topé, y lo primero que hicieron los gendarmes fue pedirme los papeles del coche. Estaba a punto de empezar una aventura que merece la pena ser contada.

En un principio, todo estaba en regla, pero faltaba el “papel del ok”. Nunca había oído hablar de él, pero los gendarmes me dijeron que sin el "papel del ok" no podía salir de la ciudad, aconsejándome que fuese al cuartel de la Gendarmería y pedir que me lo dieran. Y allá que me fui, pensando en que sería, como siempre, una artimaña para sacarme dinero. Curiosamente, uno de los gendarmes subió al coche sin que yo se lo pidiera, aduciendo que él mismo me acompañaría. Mala espina me dio...

En el patio de la Gendarmería me encontré con cuatro tipos sentados alrededor de una mesa. El primero me pidió los papeles del coche. “Control de aduanas”, me dijo. Como el valor declarado del coche no era el correcto (según ellos), me pusieron una multa de 50.000 Francos CFA (unos 75 euros). Me dieron un papel para ir a pagar a la caja. Fui, pagué y con el recibo volví a la famosa mesa de los cuatro. “Correcto”, me dijo el de las aduanas, devolviéndome la documentación. “Pase usted al siguiente control”. Dicho control no era ni más ni menos que el señor que estaba sentado a su lado.

“Control del seguro”, me dijo amablemente el funcionario. Esta vez tuve suerte, todo estaba a su gusto y en regla. “Pase al siguiente control”, me dice, pasando mis papeles al funcionario de su derecha. “Control de impuestos”. Todo estaba también en regla. Así voy pasando de control en control y de señor en señor, hasta que llego al control técnico del vehículo. Una mujer uniformada y bien puesta me acompaña amablemente hasta el coche para controlar  los faros, los intermitentes, las luces de freno, el limpiaparabrisas y hasta las cerraduras de las puertas. Todo correcto. "¿Y el triángulo de emergencia?" -me pregunta con una sonrisa que me hace sospechar-. Evidentemente, no lo tenía, ya que nunca antes había sido obligatorio llevarlo. Con otra sonrisa me indicó el camino de la caja, donde esta vez la multa fue solamente de 3.000 Francos.

Terminados los controles y las multas me presento al último funcionario de los que estaban sentados en la ya más que conocida mesa, el cual me dice: “Todo está correcto. Pase por caja, pague la tasa y vuelva para que le firmemos el "papel del ok”. ¡Hombre! Por fin, oigo nombrar el famoso papelito. Me voy raudo a la caja para pagar y cual no será mi sorpresa cuando me entero de que la supuesta tasa no es ni más ni menos que un ticket del parking. Trato de protestar diciendo que me han obligado a aparcar allí para hacer el control. “Éste es un lugar que pertenece al Estado y su coche ha estado ‘aparcado’ aquí más de una hora, por lo que tiene que pagar el parking”. Inútil seguir discutiendo, o pagaba o mi coche se quedaba allí. Pagué el famoso ticket (que guardo como precioso recuerdo) y me dispuse a retirar mi papelito del ok. Uno a uno, los funcionarios fueron estampando sus firmas con gran solemnidad y por fin, después de una hora de idas y venidas, tenía en mis manos el salvoconducto para salir de la ciudad.

Abandoné la Gendarmería a toda prisa y al llegar al puente de salida de la ciudad el gendarme verificó mi "papel de ok" y me dejó pasar con una sonrisa y un "buen viaje, vuelva cuando quiera". Finalmente llegué a Doba con dos horas de retraso sobre el horario previsto, pero eso sí, con un papel bien bonito que dice "ok" adornado con cuatro firmas bien garabateadas y con otro no menos curioso en el que se puede leer: "Ville de Moundou. Parking. Taxe: 2.000 FCFA".