Anastasia Njambi tiene 47 años y vive en Korogocho con su marido y sus seis hijos. Antes se dedicaba a la producción y venta de “changaa”, bebida alcohólica local destilada de una manera casera, una actividad ilícita pero muy común entre las familias pobres de los slums que les permite ganar un poco de dinero para ir sobreviviendo. Hace poco, gracias a la ayuda de la red Kutoka (Éxodo, en lengua suahili) pudo abrir una pequeña tienda junto a su marido.
En 2010, la red Kutoka, creada por las parroquias que trabajan en estos populosos barrios marginales para abordarde forma coordinada los problemas comunes, decidió poner en marcha la cooperativa Badilisha Maisha con el fin de ofrecer una salida digna a los recolectores de basura. Hasta ahora un centenar de ellos se han beneficiado de los cursos destinados a reforzar su capacitación y así ampliar sus posibilidades de subsistencia. A pesar de estar aún en ciernes, pues la cooperativa tiene poco más de un año de vida, sus miembros han demostrado a toda la comunidad que “otra forma de ganarse la vida es posible”, como asegura Anastasia. Badilisha Maisha ofrece formación y microcréditos para facilitar la creación de pequeños negocios a antiguos recolectores del basurero de Dandora –foco de graves problemas en la salud y en el medio ambiente–, situado en las inmediaciones de Korogocho, que con unos 120.000 habitantes es uno de los slums o macrosuburbios más grandes de la capital keniana.
El Premio le será entregado durante el XXIV Encuentro de Antropología y Misión, organizado por la revista Mundo Negro y los Misioneros Combonianos los días 4 y 5 de febrero. Con él, Mundo Negro quiere destacar su esfuerzo y dedicación en favor de la población de Korogocho y la gran labor que Annastasia Njambi y la cooperativa Badilisha Maisha están realizando para mejorar las condiciones de vida de la población de este macrosuburbio de Nairobi a través del trabajo comunitario, la concesión de microcréditos y la formación de sus habitantes.
