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miércoles, 8 de febrero de 2012

La enfermedad de los pobres

El próximo 12 de febrero se celebra la 53 Campaña Contra el Hambre de Manos Unidas con el lema “La salud, derecho de todos: ¡Actúa!”, en referencia al sexto Objetivo de Desarrollo del Milenio: Combatir el VIH/sida, el paludismo y otras enfermedades.

Entre las metas de este Objetivo del Milenio están haber detenido y comenzado a reducir la propagación del VIH para el año 2015 y alcanzar en 2010 el acceso universal al tratamiento antirretroviral de todas las personas que lo necesiten -meta, a todas luces inalcanzada-; o haber detenido y comenzado a reducir la incidencia de la malaria y otras enfermedades graves para el mismo año 2015.

Durante los últimos años el número de personas que recibieron tratamiento antirretroviral contra el VIH se multiplicó por 13 y la mortalidad disminuyó casi un 20 por ciento, debido también al gran avance logrado en la efectividad de los medicamentos. Por otra parte, las últimas investigaciones entorno a una posible vacuna contra la malaria ofrecen resultados esperanzadores. Es indudable que la humanidad está dando pasos agigantados en su lucha contra la enfermedad. Males que hace unos años eran considerados prácticamente como una sentencia de muerte, hoy son curables.

Menos esperanzadoras son, sin embargo, las perspectivas de que esos avances en la medicina y la farmacología alcancen todos los lugares del planeta. Como afirma Manos Unidas en su Campaña de este año, hay otras muchas enfermedades de las que la comunidad internacional no se acuerda y de las que ni los gobiernos ni las industrias farmacéuticas se ocupan, porque luchar en favor de quienes las padecen no suele ser rentable.

Sin ir más lejos, el informe de los Objetivos de Desarrollo del Milenio correspondiente a 2011 habla de 14 millones de enfermos de tuberculosis, de los que más de un tercio de los nuevos casos se produjeron en el continente africano. Es un dato significativo, porque la tuberculosis, actualmente fácil de prevenir y de curar, está considerada como un indicador de pobreza extrema, malnutrición y falta de higiene, elementos que se dan abundantemente en muchos lugares de África subsahariana.

La salud no es sólo una cuestión médica. Que tengamos buena salud y podamos luchar contra las enfermedades depende de otros factores, que son, por desgracia, los que están marcando las diferencias entre los países ricos y los países pobres. Peor aún, como bien denuncia Manos Unidas, nos hemos acostumbrado a convivir con la fatalidad de que hay enfermedades de ricos y enfermedades de pobres, una mentalidad que conduce a graves injusticias.

Si realmente queremos cumplir ese sexto Objetivo del Milenio, tenemos que ir más allá de un análisis estrictamente médico y centrar nuestra atención en las verdaderas causas de esas enfermedades llamadas “de los pobres”. No hay duda de que una acción eficaz contra la pobreza ayudaría si no a erradicarlas, sí al menos a quitarles ese calificativo.

No se trata de que haya enfermedades de ricos o enfermedades de pobres. La enfermedad es la misma. Lo que difiere son las posibilidades de hacerle frente. Si todos los habitantes del planeta tuviesen acceso al agua potable, a los alimentos o a las vacunas; si todos pudiesen disfrutar de los mismos derechos, gozar de unos sistemas sanitarios básicos, de atención prenatal o de una educación de calidad; si los medicamentos estuviesen realmente al alcance de todos, la situación sería bien distinta.