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jueves, 8 de noviembre de 2012

La otra cara de África

Una década después del final de la cruenta guerra civil que sembró Sierra Leona de muerte y destrucción, el país tiene ante sí la gran oportunidad de consolidar una democracia que se ha ido forjando lentamente en estos últimos años. Las elecciones presidenciales y legislativas que se celebrarán el próximo día 17 en este pequeño Estado de África Occidental constituyen lo que podría considerarse la última prueba para que los sierraleoneses se demuestren a sí mismos y a la comunidad internacional que la estabilidad política y la paz social se han instalado definitivamente en el territorio y en la conciencia nacional. Evidentemente no tendrán la repercusión mediática que están teniendo estos días las elecciones en Estados Unidos, pero su importancia es, me atrevo a decir, aun mayor por lo que se juega en ellas el pueblo sierraleonés.

Todavía permanecen en nuestra memoria las terribles imágenes de una guerra que causó decenas de miles de muertos, mutilados y desplazados. Las atrocidades cometidas durante aquel conflicto produjeron estupor e indignación en todo el mundo. Pero Sierra Leona ha cambiado. Tras el fin de la guerra se inició un proceso democrático que fue ganando espacio en la vida política del país. Cinco años después del conflicto, en 2007 se produjo un cambio de régimen pacífico, cuando el partido en el poder perdió las elecciones y el candidato oficialista, Solomon Berewa, reconoció su derrota y felicitó a Ernest Bai Koroma, líder opositor y actual mandatario del país, que ahora aspira a la reelección. Mundo Negro se desplazó hasta allí el pasado verano y constató in situ los cambios que se están produciendo y el clima de libertad y esperanza que poco a poco se va instalando en la sociedad sierraleonesa.

Si se desarrollan de forma pacífica, los comicios del próximo día 17 serán la confirmación de que el país ha curado las heridas del pasado y ha entrado plenamente en la senda de la democracia, la estabilidad y la credibilidad. Se habrá culminado una transición que bien podría considerarse como modélica para el continente.

El mes pasado otro país africano, Mozambique, celebraba con alegría 20 años de paz tras el fin de la guerra civil. Si bien es cierto que en este caso no ha habido alternancia política –el FRELIMO (Frente de Liberación de Mozambique) ha estado siempre en el poder–, todos los actores políticos, sociales y religiosos han destacado en todo momento la importancia de dirimir las diferencias políticas con el diálogo y nunca más con las armas. 
 
Desgraciadamente el protagonismo que tuvieron estas dos guerras en los medios de comunicación –como tantas otras en África– supera con creces al que están teniendo los 20 años de paz en Mozambique o el proceso democrático que se está desarrollando en Sierra Leona. 
 
Es verdad que el continente sigue siendo escenario de conflictos armados que contribuyen a mantener una imagen negativa de África, de la que no podrá liberarse mientras sus gobernantes se ofusquen en mantenerse en el poder a cualquier precio, mientras las avaricias personales o étnicas sigan estando por encima de los intereses generales de la población, o mientras las armas sigan siendo el único medio de llegar al poder o el lenguaje para dirimir las diferencias. Pero no es menos cierto que en el continente hay países y gobernantes que están dando un verdadero ejemplo de buen hacer político y de honradez democrática.

Ojalá que estas elecciones en Sierra Leona contribuyan a reforzar esa imagen positiva de África y el continente deje de ser en los medios de comunicación sinónimo de guerra, violencia, hambre y corrupción.