Todavía
permanecen en nuestra memoria las terribles imágenes de una guerra
que causó decenas de miles de muertos, mutilados y desplazados. Las
atrocidades cometidas durante aquel conflicto produjeron estupor e
indignación en todo el mundo. Pero Sierra Leona ha cambiado. Tras el
fin de la guerra se inició un proceso democrático que fue ganando
espacio en la vida política del país. Cinco años después del
conflicto, en 2007 se produjo un cambio de régimen pacífico, cuando
el partido en el poder perdió las elecciones y el candidato
oficialista, Solomon Berewa, reconoció su derrota y felicitó a
Ernest Bai Koroma, líder opositor y actual mandatario del país, que
ahora aspira a la reelección. Mundo Negro se desplazó hasta allí
el pasado verano y constató in situ los cambios que se están
produciendo y el clima de libertad y esperanza que poco a poco se va
instalando en la sociedad sierraleonesa.
Si
se desarrollan de forma pacífica, los comicios del próximo día 17
serán la confirmación de que el país ha curado las heridas del
pasado y ha entrado plenamente en la senda de la democracia, la
estabilidad y la credibilidad. Se habrá culminado una transición
que bien podría considerarse como modélica para el continente.
El
mes pasado otro país africano, Mozambique, celebraba con alegría 20
años de paz tras el fin de la guerra civil. Si bien es cierto que en
este caso no ha habido alternancia política –el FRELIMO (Frente de
Liberación de Mozambique) ha estado siempre en el poder–, todos
los actores políticos, sociales y religiosos han destacado en todo
momento la importancia de dirimir las diferencias políticas con el
diálogo y nunca más con las armas.
Desgraciadamente
el protagonismo que tuvieron estas dos guerras en los medios de
comunicación –como tantas otras en África– supera con creces al
que están teniendo los 20 años de paz en Mozambique o el proceso
democrático que se está desarrollando en Sierra Leona.
Es
verdad que el continente sigue siendo escenario de conflictos armados
que contribuyen a mantener una imagen negativa de África, de la que
no podrá liberarse mientras sus gobernantes se ofusquen en
mantenerse en el poder a cualquier precio, mientras las avaricias
personales o étnicas sigan estando por encima de los intereses
generales de la población, o mientras las armas sigan siendo el
único medio de llegar al poder o el lenguaje para dirimir las
diferencias. Pero no es menos cierto que en el continente hay países
y gobernantes que están dando un verdadero ejemplo de buen hacer
político y de honradez democrática.
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