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martes, 4 de diciembre de 2012

Gozos y esperanzas de África

El año que está a punto de concluir ha estado marcado, en lo que a África se refiere, por una mezcla de luces y sombras, de esperanzas y desencantos. Los relevos pacíficos en el poder tras la muerte de cuatro jefes de Estado ‒en Guinea-Bissau, Malaui, Ghana y Etiopía‒ o las elecciones presidenciales de Sierra Leona, Angola y Senegal ‒donde los perdedores aceptaron democráticamente sus respectivas derrotas‒ contrastan con los golpes de Estado en Malí o la propia Guinea-Bissau, ambos perpetrados cuando estaban en marcha sendos procesos electorales. Las proezas de los deportistas africanos en los Juegos Olímpicos de Londres compartieron espacio informativo con la grave sequía y las posteriores inundaciones que azotaron el Sahel.
Además, la eufórica celebración de los 20 años de paz en Mozambique se está viendo empañada por la reciente amenaza de la RENAMO (Resistencia Nacional Mozambiqueña) de volver a las armas, mientras se recrudece la situación bélica en el este de la República Democrática de Congo, o aumenta la presencia de grupos islamistas radicales en el continente, especialmente en los países del Magreb.

Con la celebración del 50 aniversario del inicio del Concilio Vaticano II como telón de fondo y con la llegada de la Navidad, que nos invita a hacer memoria del gran acto de amor de Dios en favor de la humanidad, Mundo Negro dirige, en su número de diciembre, una mirada particular hacia el continente para ofrecer a sus lectores el balance de un año que se cierra con esa mezcla de gozo y de frustración.

El preámbulo de la constitución pastoral Gaudiun et Spes, publicada el 7 de diciembre de 1965 fruto de aquel Concilio, se hace en este contexto más actual que nunca: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”, comienza diciendo el documento. 
 
Efectivamente, en el corazón de Dios tienen cabida todos los acontecimientos humanos, desde los éxitos de los deportistas africanos, la paz de Mozambique o la consolidación de la democracia en Sierra Leona, hasta la cruenta guerra que sigue diezmando a la población de los Grandes Lagos bajo la mirada pasiva y cómplice de la comunidad internacional. La venida de Cristo al mundo es la máxima expresión de un amor que va más allá de toda lógica. Dios hace suyas las alegrías de quienes ven como la paz y la estabilidad se van haciendo realidad en sus países y asume, en la humanidad frágil de un niño que nace en un establo, la pobreza y la miseria de tantos millones de personas que siguen sufriendo injustamente.

Pero la Gaudium et Spes nos recuerda también que esos gozos y esas esperanzas, esas angustias y tristezas -especialmente las de aquellos que sufren- deben ser también las de los discípulos de Cristo, es decir, las nuestras. Sería una incongruencia celebrar la Navidad y olvidarnos de esa multitud de seres humanos que hoy siguen sufriendo a causa de guerras y calamidades, pero lo será también si nos sentimos indiferentes ante la alegría de quienes poco a poco van viendo la luz al final del túnel.

Ojalá que la presencia de Cristo hecho hombre nos estimule para que tanto las penas y las frustraciones de África, como sus alegrías y esperanzas sean también las nuestras.







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