Hace varios meses que
tenía olvidado este blog y por fin me he decidido a retomarlo. Tras
mi regreso a Chad todo son sensaciones nuevas, recuerdos que vienen a
la memoria, sabores casi olvidados, olores que me hacen regresar diez
años atrás para convencerme de que sí, es verdad, estoy de nuevo
en Chad.
El Chad que me he
encontrado es muy diferente al que dejé en 2004. El asfaltado de las
carreteras o la proliferación de la telefonía móvil entre otras
cosas, han cambiado completamente la imagen de este país. Y no
digamos nada de internet, casi inexistente cuando me fui y
prácticamente accesible hoy en día en buena parte del territorio
nacional. Eso sí, una cosa es que “esté” y otra que “funcione”,
ya que lo más común es que uno enchufe el modem y se encuentre con
que la señal es muy lenta o, simplemente, “no es”.
Me he reencontrado
también con la citronela, esa hierba milagrosa con cierto sabor a
limón que crece abundantemente por aquí y es un placer degustar
después de la cena, momento privilegiado para relajarse tras un día
ajetreado. Una de sus múltiples cualidades -es un excelente
relajante y un gran diurético-, es que su aroma ahuyenta a los
mosquitos, cosa muy práctica en estas latitudes, donde la malaria
está presente y con mucha fuerza; aunque en esta época del año no
hay demasiados debido al frescor de las noches y a la sequedad del
ambiente. Otro gallo nos cantgará cuando llegue la estación de
lluvias.
Mi nueva etapa tiene como
escenario la ciudad de Sarh, al sureste del país. Mi misión será
ocuparme de la parroquia San Kizito de Bégou, en la que los
combonianos estamos presentes desde hace ya muchos años. Aquí estoy
desde hace ya un mes, intentando adaptarme al calor y metiéndole
mano a la lengua sará, la que se habla por estos andurriales. No me
está siendo muy complicado adaptarme a ella, ya que los recuerdos
del ngambay, la lengua de mi antigua misión, me ayudan a ello. Poco
a poco voy recuperando los viejos resortes y esquemas, lo cual, a
veces, puede ser también una dificultad, porque al final acabas
mezclándolo todo y lo que hablas es un batiburrillo de palabras de
una y otra lengua a la vez.
De aquí os puedo contar
que estamos viviendo muy directamente las secuelas de lo que está
pasando en la República Centroafricana. Sarh está a unos 100 km. de
la frontera con este país que tanto está sufriendo. Actualmente
tenemos alrededor de 20.000 refugiados que han huído de las
masacres. Muchos de ellos son chadianos afincados en Centroáfrica
desde hace muchos años, o centroafricanos descendientes de chadianos
que tienen la mala suerte de llevar sangre chadiana en sus venas. En
estos momentos ser musulmán o ser chadiano en Centroáfrica supone
ser candidato directo a ser asesinado de la manera más cruel.
Con permiso de internet, espero poder retomar el ritmo y subir de vez en cuando pequeñas reflexiones, diarios, comentarios y anécdotas vividas en este reencuentro con mi querida tierra chadiana. Eso sí, no prometo muchas fotos, porque si enviar texto es complicado, enviar o subir fotos a veces se convierte en misión imposible.
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