Hoy se cumplen tres meses
de mi llegada a Chad. Recuerdo haber dejado España en pleno
invierno, con un frío que pela y lloviendo en abundancia. Desde que
llegué, el calor na ha hecho más que aumentar. En este momento nos
encontramos en el período más cálido del año. Y lo malo no es el
estar a 40 grados a la sombra, sino la gran humedad que invade el
ambiente. Poco a poco se va acercando la estación de lluvias, y con
ella vienen las tormentas, el aire pesado y plomizo, la sensación de
agobio y bochorno y las sudadas de campeonato. Las noches son
interminables, la ropa siempre está mojada, y el escaso aire que
suelta mi viejo ventilador apenas alivia un poco la sensación de
asfixia. Intento recuperar las fuerzas con una buena siesta después
de comer, pero la mayoría de las veces hasta es peor el remedio que
la enfermedad. Uno se levanta casi más cansado y completamente
empapado en sudor. ¡Cómo añoro las lluvias invernales de mi
querida Galica!
Es también el período
en el que el trabajo se empieza a acumular. Este año me libro, más
o menos, del desenfreno de actividades en la parroquia ya que todavía
estoy en fase de introducción y mis compromisos son aun muy
limitados. En cierto sentido doy gracias a Dios y tomo nota para lo
que me espera el año que viene por estas fechas.
Aun así, no dejo de
participar en las diferentes actividades que se organizan. La semana
pasada estuve con un buen grupo -cerca de 200 personas- para el
retiro de Cuaresma. Durante dos días con su correspondiente noche
nos reunimos en el centro cultural parroquial. Allí tuvimos nuestros
buenos momentos de reflexión, catequesis, oración y meditación.
Fue bonito e interesante, a pesar de que el calor no nos dejó
tranquilos ni siquiera por la noche. La gran lona instalada en el
patio del centro cultural fracasó por completo en su misión de
protegernos del calor. Al contrario, por momentos daba la sensación
de que la lona desprendía aun más calor que el sol. Efecto
invernadero, lo llaman.
Los retiros de Cuaresma
son toda una tradición en esta Iglesia chadiana. Para mucha gente es
el momento más importante del año. Son dos días muy intensos en
los que los cristianos meditan y rezan en torno a un tema propuesto
por la diócesis. Este año el tema era “solidaridad y compartir”,
y estuvo centrado especialmente en la cuestión de la unidad a pesar
de la diversidad.
Al estar en la ciudad,
nuestra parroquia está compuesta por una gran variedad de grupos
étnicos, por gente que procede de diversas regiones del país, lo
que supone no pocas dificultades a la hora de hacer cosas en común.
Muchas veces el problema étnico surge y es causa de división o de
exclusión entre unos y otros. Hasta la lengua supone no pocas veces
una dificultad. A pesar de que aquí se habla el Sará, muchos se
aferran a su lengua materna, lo que supone una dificultad añoadida
para el trabajo pastoral.
A través de pequeñas
historias y de ejemplos concretos de la vida cotidiana, intentamos
hacer comprender a la gente que la diferencia de etnia o de cultura
no debe ser motivo de división, sino de enriquecimiento mutuo; que
la división no puede traer nada bueno y que es necesario aceptar al
otro en su diversidad. No es fácil, porque el sentido de la
pertenencia al grupo étnico o familiar es muy fuerte. Viendo esa
realidad, intuyo que el principal esfuerzo que tendré que hacer como
párroco será el de incentivar y motivar a los cristianos para que
se sientan una sola familia.
La Semana Santa está a
la vuelta de la esquina, y con ella todo un maratón de celebraciones
en las que haremos memoria de nuestra historia de salvación y de la
vida nueva que Jesús nos trae con su Muerte y Resurreccción. El
Domingo de Pascua tendremos la celebración de los bautismos. Un
centenar de catecúmenos que llevan cuatro años preparándose
recibirán el sacramento que les hará formar parte de esta gran
familia que es la Iglesia. Todo ello en un ambiente caluroso,
literalmente hablando, y lleno de entusiasmo. Será una buena ocasión
para motivar y exhortar a la gente sobre la necesidad de sentirnos
hermanos los unos de los otros.
Pronto llegarán las
lluvias, y con ellas vendrán también las vacaciones escolares.
Bajarán algo las temperaturas y al menos se podrá respirar. Será
el momento de descansar y de recuperar fuerzas física y
espiritualmente para poder iniciar el nuevo año pastoral en plena
forma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario