Al hilo de ese reportaje y mientras preparaba el editorial para dicho número de la revista, no dejaba de pensar en las innumerables experiencias que tuve en Chad con los muchos musulmanes que hay allí y con los que me tocaba "codearme" -valga la expresión- casi a diario. Autoridades civiles o militares, comerciantes, vecinos... no puedo decir que estaba rodeado de ellos, pero sí que los tenía a mi lado casi constantemente.

Un segundo factor, a mi juicio el más importante y el que debería ser fuente de inspiración en la relación entre unos y otros, lo constituye la colaboración que siempre ha existido en la práctica, especialmente en las actividades de caridad, de solidaridad y de ejercicio del amor al prójimo. En muchos lugares del mundo, especialmente en África, cristianos y musulmanes siempre han llegado a un entendimiento y a una colaboración estrecha cuando se trata de ayudar a los más necesitados. No en vano, el ejercicio de la caridad es el principal mandamiento de ambas creencias. En muchas actividades caritativas y de desarrollo de la parroquia había musulmanes con los que se podía trabajar estupendamente y que hasta tenían puestos de responsabilidad.
África –especialmente África subsahariana– es un escenario concreto en el que este segundo factor se pone más de manifiesto. Dispensarios, escuelas rurales, cooperativas agrícolas, asociaciones de mujeres… Un sinfín de actividades concretas en las que cristianos, musulmanes y seguidores de las religiones tradicionales logran siempre ponerse de acuerdo sin grandes dificultades, porque para ellos lo que realmente importa es el desarrollo integral de la persona humana.
El Amor de Dios, traducido en amor al prójimo es, sin duda alguna, el principal instrumento que tenemos unos y otros para crear lazos de diálogo y cooperación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario