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domingo, 5 de diciembre de 2010

Con buen sabor de boca

Este año que pronto va a terminar ha sido muy especial, tanto para el continente africano como para la revista que dirijo: Mundo Negro. Durante estos doce meses hemos querido dar un relieve particular a los 50 años de independencia de 17 países africanos, a cuyo lado hemos ido caminando con la satisfacción añadida de poder celebrar, al mismo tiempo, el medio siglo de vida de nuestra publicación.

Cerramos el 2010 con el grato sabor que nos han dejado celebraciones y festejos, pero también con algunas sombras que, aunque lo tiñan de una cierta oscuridad, no deben empañar la alegría de todo lo vivido a lo largo de estos meses.

La difícil y complicada situación del Sahara Occidental -que sigue siendo la gran asignatura pendiente de España-, la epidemia de cólera que está matando sin misericordia a miles de haitianos, el encarcelamiento y proceso judicial contra la opositora ruandesa Victoire Ingabire, el eterno conflicto de Somalia o la delicada situación de países como Madagascar, Sudán Meridional, la República Democrática de Congo y, recientemente, la de Costa de Marfil, oscurecen de alguna manera este tramo final del año.

Por otra parte, la reciente publicación del informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos -que saca a la luz toda la verdad sobre los asesinatos indiscriminados cometidos en la República Democrática de Congo entre 1993 y 2003-, las recientes elecciones de Guinea o los referendos constitucionales de Kenia y Níger nos animan a mirar a 2011 con cierta esperanza.

La historia humana es precisamente eso: un continuo sucederse de luces y sombras, de alternancia entre momentos de bonanza y prosperidad y épocas turbulentas en las que guerras o catástrofes han sembrado de oscuridad y tristeza algún rincón del planeta. Nuestra historia se ha ido escribiendo a base de dulzores y amarguras, de alegrías y tristezas, de esperanzas y frustraciones.

La Encarnación de Jesús de Nazareth es, sin duda, un acontecimiento que ha marcado la historia de la humanidad. Nadie se imaginaba que un hecho tan sencillo como el nacimiento de un niño en el establo de una posada de Palestina, pudiese tener tanta trascendencia para el género humano. Dios mismo se hacía hombre y entraba de lleno en el devenir histórico de la humanidad.

Al mismo tiempo, nunca un hecho ha sido tan representado, celebrado y recordado como el nacimiento de Jesús en Belén. Desde la pintura o la escultura, hasta el cine, el teatro, la música o la literatura, todas las expresiones artísticas se han hecho eco de él. Por algo será.

Los poemas navideños que Mundo Negro publica en su número de diciembre, ilustrados con algunos de los belenes africanos que se podrán contemplar en la ya tradicional exposición que cada año por estas fechas organiza el Museo Africano Mundo Negro, quieren ser una pincelada de optimismo para despedir el año que se nos va con buen sabor de boca y abrir las puertas al que viene con renovada esperanza.

Mi mayor deseo en este fin de año, que está ya próximo, es que la Navidad, acontecimiento que marcó para siempre nuestra historia y tantas veces se ha visto reflejada en nuestro arte, sea buena noticia para la vida todos.

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