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jueves, 22 de diciembre de 2011

Aunar esfuerzos

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado el 2012 como el Año Internacional de las Cooperativas con el lema “Las empresas cooperativas ayudan a construir un mundo mejor”. Según la ONU, esta declaración tiene tres objetivos principales: aumentar la conciencia pública sobre las cooperativas y su contribución al desarrollo socioeconómico y al logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio; promover su formación y crecimiento; y motivar a los gobiernos a establecer políticas, leyes y reglamentos que favorezcan su formación, crecimiento y estabilidad.

En un mundo tan globalizado como el nuestro, la solución a los problemas que afligen a la humanidad, especialmente en el continente africano, pasan ineludiblemente por aunar esfuerzos, trabajar juntos y superar el individualismo al que algunos modelos de sociedad nos pretenden llevar. La ONU no se equivoca al considerar las pequeñas cooperativas y asociaciones comunitarias como una herramienta eficaz para luchar contra el subdesarrollo, porque contribuyen de manera concreta a la reducción de la pobreza, favorecen la seguridad alimentaria y promueven el desarrollo rural y la integración social.

Esta proclamación llega, además, en un momento en el que el tema de la tierra se está convirtiendo en uno de los grandes problemas del continente africano. Desde hace varios años, empresas o gobiernos extranjeros están comprando grandes extensiones de tierra con el fin de dedicarlas a cultivos extensivos destinados a la exportación para la elaboración de agrocombustibles, en detrimento de una población local que cada vez tiene más dificultades para sobrevivir.

Hablar de la tierra en África no es cualquier cosa. Es la madre que da el alimento, el hogar que acoge a los difuntos y donde reposan los antepasados, patrimonio colectivo e inalienable que goza de un carácter sagrado. Por eso, el hecho de que se venda a empresas o gobiernos extranjeros es para los campesinos africanos, que son la mayoría de la población, peor que una traición; es como vender la propia vida. En los últimos cinco años, más de 50 millones de hectáreas de tierras cultivables -una extensión tan grande como casi toda España- han ido a parar a manos extranjeras. Ya no se trata solamente del expolio de las riquezas que hay en el subsuelo. Si la venta incontrolada continúa, la población africana corre el riesgo de verse desposeída hasta del mismo suelo.

La exhortación apostólica "Africae Munus", firmada por Benedicto XVI en su reciente viaje a Benín, denuncia sin ambigüedad “que una minoría confisque los bienes de la tierra en detrimento de pueblos enteros”, y exhorta a la Iglesia africana a “alentar a los gobernantes a proteger los bienes fundamentales como la tierra y el agua para la vida humana de las generaciones actuales y las del futuro”. 

La creación y fortalecimiento de cooperativas y organizaciones comunitarias contribuirá, sin duda, a luchar contra esa confiscación o venta indiscriminada de bienes tan preciados y a garantizar un futuro mejor para las generaciones venideras. La experiencia que viví en Chad así me lo ha demostrado. Allí donde un grupo de personas, por pobres que sean, se ponen a trabajar juntas, el resultado siempre es asombroso.

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