Aquí os dejo esta crónica que me llegó hace dos días desde la República Centroafricana. Lo cuenta el P. Giovanni Zaffanelli, un comboniano italiano que está por aquellas doloridas tierras. Merece la pena hacerla pública, porque noticias como esta no salen desgraciadamente en los periódicos. Como sabéis, Centroáfrica está pasando momentos muy duros desde que la rebelión Séléka dio un golpe de Estado y se hizo con el poder. Nuestros medios de comunicación nos cuentan las atrocidades, asesinatos, violaciones, enfrentamientos entre cristianos y musulmanes... pero de lo que estos jóvenes de Dékoa han hecho, nadie se hace eco. Aquí os lo dejo.
Juzgad vosotros mismos y si os parece, difundidlo.
Del 29 de mayo al 1 de junio pasado, la ciudad de Dékoa vivió una emotiva
experiencia de distensión gracias a un forum de jóvenes organizado por los
misioneros combonianos, que contaron con
el apoyo de la diócesis de Kaga Bandoro. Los organizadores invitaron a oradores
de prestigio, como el P. Pierre Albin Assana, sacerdote diocesano y párroco de
Sibut; el P. Pierre Long-Gnan, representante personal de Mons. Albert Vanbuel,
obispo de Kaga Bandoro; Bernard Simiti, profesor de universidad; y los imanes
Oumar Goni, Malik y Anadif, de las mezquitas de Bangui, la capital del país.
Durante cuatro días, los jóvenes de
Dékoa, sin distinción religiosa, se acercaron a los jóvenes de la Séleka a
través de actividades culturales y deportivas, como partidos de fútbol,
sesiones de danza, representaciones teatrales y comidas comunitarias.
Para quien conoce la historia
reciente de Dékoa, un acontecimiento de este género era necesario para reducir
la tensión entre cristianos y musulmanes. Unas semanas antes, tras una pelea
entre algunos elementos de la Séléka y los miembros de una familia que se
oponían a que su casa fuera saqueada, los elementos de la Séleka no solo
mataron a tres personas y degollaron a un diácono protestante, sino que
incendiaron 212 cabañas provocando que más de 1.100 personas se quedaran sin
hogar. Ninguna casa de musulmanes fue incendiada. Al contrario, las víctimas de
los incendios afirman haber visto a mujeres y jóvenes musulmanes de Dékoa
acompañar a los rebeldes para sostener las antorchas encendidas e indicarles
qué casas quemar. Las víctimas cristianas acusan por ello a los musulmanes de
ser cómplices de la desgracia. Muchos incluso juraron vengarse tarde o
temprano, cuando la relación de fuerzas les sea favorable.
La psicosis hizo mella en la
población de barrios enteros de Dékoa. La ciudad se convirtió en fantasma, ya
que la mayor parte de sus habitantes vive ahora en los campos o en el bosque.
Dicen que solo volverán a la ciudad cuando se callen las armas. Ante semejante
amenaza a la paz, frente a semejante sed de venganza, los padres Everaldo de
Souza Alves y Aubert Gamende, con el apoyo de las Hermanas ruandesas de Dékoa,
no podían hace otra cosa más que apelar al perdón y la reconciliación.
En sus charlas, los padres Pierre
Long-Gnan y Pierre Albin Assana buscaron presentar las nociones de perdón, de
reconciliación y de paz antes de mostrar la necesidad de una cohabitación
pacífica. La violencia es el arma de los débiles, la tolerancia y el perdón son
las armas de los fuertes. El perdón no necesita ser pedido para ser acordado.
El P. Giovanni Zaffanelli, superior provincial de los Combonianos, utilizó el lema de la República Centroafricana (Unidad,
Dignidad, Trabajo) para mostrar como éste puede todavía ser una vía de salida
para una juventud abandonada a su suerte en las tribulaciones de una miseria
querida y organizada por los hombres políticos que han gobernado hasta
ahora. El profesor Bernard Simiti, por su
parte, utilizó
el concepto de “fairplay” deportivo para mostrar que nadie puede vivir sin
tolerar a los demás. Insistió también en la responsabilidad de los padres y de
los políticos en el éxito o el fracaso de la juventud.
Finalmente, los tres imanes, muy
aplaudidos, supieron dar confianza a los jóvenes de Dékoa presentándoles lo que
es el verdadero Islam y lo que es un verdadero musulmán. Uno tras otro
criticaron y condenaron los autores de los atentados a los símbolos religiosos
cristianos, los falsos séléka, los falsos musulmanes que desobedecen las
prescripciones del Islam para atentar contra las vidas humanas.
Todas estas charlas y conferencias y
otras actividades fueron seguidas de cerca por los séléka, conducidos por su
jefe, el coronel Abdel Babakar, nativo de Dékoa. El coronel Babakar tomó la
palabra varias veces para negar las acusaciones de que hayan tomado las armas
para enfrentarse a los jóvenes de Dékoa. Antiguo vendedor de crédito de
telefonía móvil y conocido por todos, hizo todo lo posible por mostrar el
rostro positivo de los antiguos rebeldes de la Séléka. Hay que señalar que
mientras el Forum se desarrollaba en la iglesia católica, las religiosas
ruandesas de la parroquia curaban a un séléka herido en un accidente de coche.
Hermoso ejemplo de tolerancia.
Los jóvenes de Dékoa también tomaron
la palabra para denunciar los actos terroristas de los séléka, los
comportamientos sectarios de los musulmanes de Dékoa y las actuaciones
islamófobas de los cristianos. Acto seguido se comprometieron a acordar el
perdón a los musulmanes cómplices de los séleka y a multiplicar los actos de
reconciliación. El Iman de Dékoa y los jefes de barrio presentes recordaron a
los jóvenes que ganan más viviendo juntos.
El Forum concluyó con una comida
comunitaria compartida por todos y ofrecida por los organizadores. Además de
los oradores y de los invitados, se vio con satisfacción la presencia de un
buen número de hermanos musulmanes y de elementos de la séléka. Todos comieron
en la misma mesa, la misma comida preparada por las religiosas ruandesas y las
mujeres musulmanas de Dékoa. La fotografía final fue la de un pastel cortado a
una mano por los padres Zaffanelli y Assana, el coronel Abdel y el Iman Malik.
El ejemplo de Dékoa debería crear
escuela en nuestras ciudades y poblados e incluso en la misma capital Bangui.
Ya que es evidente que las víctimas de las exacciones de los elementos de la
séleka son fundamentalmente cristianas. Los que no estén penetrados por la exigencia
evangélica del perdón y la reconciliación, buscarán una venganza llegado el
momento. La acción de los hombres políticos y de los religiosos es más
necesaria que nunca para desactivar esta bomba de relojería que se esconde en
los corazones doloridos. Durante este Forum de Dékoa, los oradores religiosos
recordaron que la posición de la Iglesia es clara: El perdón no excluye la
reparación y las víctimas tienen derecho a la verdad. Ello quiere decir que los
culpables deben confesar sus faltas y pedir
perdón. Los hombres políticos, los que han provocado estas exacciones de los
séléka, deben trabajar en esa denuncia y en esa confesión. La falta de
sinceridad es una plaga en nuestro país. Esperemos que los compromisos adquiridos
por los habitantes de Dékoa sean mantenidos y observados para una paz real.
P.
Giovanni Zafanelli, desde Dékoa