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martes, 8 de marzo de 2011

Mujeres con dignidad

Hoy se cumplen cien años del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, una conmemoración que nació en el mundo occidental en 1911 pero que cada vez cobra más fuerza en África, un continente en el que la mujer vive todavía en situación de marginación y de exclusión en muchos ámbitos de la vida social.

Los datos están ahí: el 80 por ciento de los pobres son mujeres; el 83 por ciento de las niñas no escolarizadas vive en África; el 49 por ciento de las escolarizadas no terminan la Primaria y de las que pasan a Secundaria, el 30 por ciento no llegan a terminarla; más de dos tercios de los adultos analfabetos de África son mujeres... sin olvidar el ignominioso escándalo de la violencia sexual de la que son víctimas con frecuencia. 

No es la primera vez que escribo en este blog sobre la mujer, ni será la última. Los años que viví en Chad me dieron la posibilidad de conocerla de cerca, de constatar con mis propios ojos que esos datos son una triste realidad. Constaté también que a pesar de ello y aunque cargada de trabajo y frecuentemente marginada, la mujer africana posee una enorme dignidad y una conciencia de su propio papel en la sociedad digna de admiración. Es ella la que sostiene la economía, no sólo la doméstica, sino buena parte de la economía nacional. Las mujeres africanas generan, ellas solas, el 80 por ciento de los alimentos, controlan entre el 70 y el 90 por ciento de las pequeñas transacciones comerciales, realizan la mayor parte de las tareas agrícolas y la totalidad de las tareas domésticas. Y todavía les queda tiempo para colaborar en la marcha de su comunidad cristiana o de la parroquia. Reconozco sin rubor y con todas las de la ley que eran ellas las que hacían funcionar la mía y que en más de una ocasión me sacaron las castañas del fuego.

Aunque en la sociedad moderna se la sigue marginando, especialmente en los puestos de  responsabilidad -yo tuve no pocos problemas por ponerlas en los puestos clave de la parroquia-, la historia nos dice otra cosa. Muchas han sido las mujeres que gobernaron los pueblos de África, que guiaron a los suyos por sendas de prosperidad, de justicia y de reivindicación social, pero que desgraciadamente son poco conocidas -¿Por qué será?-. Fueron grandes mujeres que destacaron por su grandeza, por su sabiduría o por su audacia en defensa de la independencia frente a las potencias coloniales: Makeda, reina de Saba (Etiopía), Amina en el reino Hausa (Ngeria), Njinga en Angola o Ranavalona en Madagascar son algunas de ellas.

Hoy, gracias a Dios y como si de una reencarnación de aquellas mujeres históricas se tratase, están surgiendo en el continente una serie de mujeres con carácter que han sabido salir de esa marginación y son una referencia para sus países. Una de ellas, Ellen Johnson-Sirleaf, se convirtió no hace mucho en la primera mujer que asumía la jefatura de Estado de un país africano por voluntad expresa de sus ciudadanos. Johnson recibió hace muy poco el Premio Africano a la Igualdad de Género.

Cada vez es más frecuente ver a mujeres que ocupan cargos importantes en los ministerios o en los parlamentos africanos. Cada día son más las mujeres que destacan en multitud de disciplinas de las ciencias y de las artes: juristas, economistas, científicas o escritoras contribuyen al desarrollo de un continente que tiene una gran deuda con ellas. Hoy existen incluso varios movimientos y corrientes de un feminismo propiamente africano, movimientos que quieren reivindicar la dignidad de la mujer, no por oposición al hombre -como lo pretenden ciertos feminismos radicales e inútiles que tenemos que soportar en nuestro llamado "mundo civilizado"- sino del ser “mujer africana” con voz e identidad propia. En la medida en que se le dé el espacio que le corresponde, el futuro del continente -y del resto del mundo- brillará cada vez más. No tengo ninguna duda de ello.

NB: Os invito a firmar la petición de que se le conceda el Nobel de la Paz 2011. (Aquí)

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