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jueves, 1 de marzo de 2012

Abanderadas de la igualdad


El pasado 4 de febrero la keniana Anastasia Njambi Maina recibía en la sede de Mundo Negro el Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2011 por su labor comprometida en favor de los habitantes de Korogocho, uno de los macrosuburbios de Nairobi, la capital de Kenia.

Anastasia es muy conocida en su entorno, especialmente por su determinación y su gran capacidad de liderazgo. Sin embargo, fuera de Nairobi -y no digamos ya fuera de Kenia- su nombre pasa totalmente desapercibido. Es una de tantas mujeres africanas que de manera anónima están sosteniendo hogares, comunidades y pueblos enteros gracias a su carisma y generosidad. Madre de seis hijos, se ocupa además de otros tantos huérfanos que viven en su casa. La cooperativa Badilisha Maisha (cambio de vida) que ella lidera, aglutina ya a unas 200 mujeres que, gracias al apoyo que reciben, pueden mantener a sus familias.

Al otro lado del Atlántico, en el continente americano, hay también miles de mujeres que, desde el anonimato, luchan día a día contra la pobreza, la exclusión y la desigualdad. Entre ellas, merecen una mención especial las mujeres afrodescendientes, cuya marginación se ve agravada por el hecho de que, además de mujeres, son negras. A unas cuantas (las de la foto) las encontré el verano pasado, durante mi viaje a Ecuador y Colombia, y confieso que me dejaron impresionado.

El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, una conmemoración cuyo origen se remonta a los inicios del siglo pasado y que nació como reivindicación de los derechos de la mujer trabajadora. Con el paso del tiempo y no sin dificultades, esta celebración ha ido tomando cuerpo y hoy está reconocida por la Organización de las Naciones Unidas y es, incluso, fiesta nacional en algunos países. 

A lo largo de todos estos años, la situación de la mujer también ha ido evolucionando. De ser totalmente ignorada y marginada socialmente o verse privada de derechos tan fundamentales como el de votar, ha pasado a gozar de una reconocida igualdad frente al hombre, al menos sobre el papel. En muchos países ya no es noticia que una mujer ocupe cargos de responsabilidad en el mundo de la política, la economía o la investigación. Incluso en países como Ecuador o Colombia, en el que las mujeres negras siguen trabajando en los sectores económicos peor remunerados, una mujer afrodescendiente -Alexandra Ocles- llegó a ocupar un cargo ministerial. Junto a ella hay otras muchas que nunca renunciaron a progresar y hoy son auténticas mujeres bandera en sus respectivas comunidades. No os perdáis el reportaje que hemos publicado sobre ellas en el número de marzo de Mundo Negro.

A pesar de todos estos avances, en muchos lugares del mundo ser mujer sigue siendo sinónimo de marginación y desigualdad, como lo es también de fuerza vital, trabajo y empeño para salir adelante. Todavía hoy, a comienzos del siglo XXI, el 80 por ciento de los pobres siguen siendo mujeres; el 49 por ciento de las niñas escolarizadas en África -que todavía son una minoría- no pasan de la Primaria y de las que logran llegar a Secundaria un tercio no pueden terminanrla. Más de dos tercios de los adultos analfabetos son mujeres, sin olvidar la gran lacra que sigue suponiendo el tema del machismo violento, particularmente en algunos países de América Latina.

No cabe duda de que queda aun mucho camino por recorrer, pero el testimonio de Anastasia Njambi o el ejemplo audaz de Alexandra Ocles y tantas otras líderes afro de Ecuador y Colombia son luces que abren la puerta a la esperanza. Al igual que ellas y de diversas formas, ya sea desde el silencio cotidiano de un pequeño barrio, en el más remoto pueblo rural, o desde los altavoces de la esfera pública, muchas mujeres siguen abanderando hoy la lucha por la igualdad.

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