Páginas

sábado, 10 de junio de 2017

El factótum de la parroquia



El que sujeta el altavoz se llama Gandá Yabá. Gandá no sé lo que significa; Yabá quiere decir hipopótamo en lengua sará. No sé por qué le pusieron ese nombre, porque de hipopótamo tiene poco. Es el tesorero de la parroquia, el que cuenta los dineros, controla la caja y cuida del almacén donde guardamos los enseres y materiales para las actividades parroquiales. Es lo que comúnmente se conoce como el “factótum” de la parroquia, el que hace todo, el que está siempre presente cuando hay algo que hacer, el primero que llega y el último que se va. Cuando hay algún problema, al primero que llaman, incluso antes que al cura, es a él.

Es tesorero, miembro del comité de gestión de la parroquia, catequista, carpintero, albañil, recadero, cerrajero, ministro extraordinario de la comunión (me ayuda a dar la comunión los domingos), traductor, profesor de lengua (fue mi maestro de lengua sará) y no sé cuantas cosas más. Habla correctamente Francés, Sara, Sarakaba, Ngambay y conoce bastante el alemán… si, el alemán. Hace años trabajó para un organismo alemán y se familiarizó de tal manera con la lengua teutona que los tipos pensaron enviarlo a estudiar a Alemania. Por desgracia la guerra civil estalló y los alemanes se fueron. Está casado y tiene varios hijos. Es responsable de una de las capillas, de su comunidad de barrio y del grupo de matrimonios. Pero, en fin, no se trata de presentar su curriculum, sino de contar el mucho bien que hace a la parroquia.

Es un cristiano convencido, bautizado ya de mayor, pero con una fe y una paciencia que ya las quisiera yo para mí. Siempre está disponible a lo que haga falta. Cuando tuvimos el caso de Sabine y su hijo Moisés que os conté hace poco, fue el primero en interesarse por ella y en buscar una solución. Recorrió medio barrio buscando a la abuela de Sabine y no dudó un instante en acompañar a la monja para llevar a Sabine y a su hijo a casa de la tía Mamalta en su propia moto.

Fiel todos los días a la misa de las cinco y media de la mañana, llueva haga sol o haga frío. Disponible cada vez que se le necesita y, lo que es más importante, hombre honesto y de confianza, de los muy pocos que a pesar de ver pasar el dinero de la parroquia por sus manos siempre te presenta las cuentas claras (y aquí la tentación del dinero es la primera con diferencia, os lo digo yo). La parroquia le paga 15.000 francos al mes (unos 23 euros) por el trabajo que hace de contable y nada más, el resto lo hace benévolamente. Aunque no sea su trabajo, casi todas las mañanas se da una vuelta por la escuela para ver si hace falta hacer algo (que siempre hay algo que hacer). Con cristianos así, da gusto ser cura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario