La de azul es Cathérine Madjita (lo siento, no tengo una foto mejor). Es la sacristana de la parroquia, miembro del movimiento UCCT (Union
de Cadres Chrétiens du Tchad), directora responsable del laboratorio del
Hospital Central de Sarh, hermana del Jefe de Cantón de Moïssala, su ciudad
natal, y madre adoptiva de no sé cuantos críos que pululan por el barrio. Es,
además (por suerte para nosotros) nuestra vecina.
Bautizada también
adulta, tiene una fe inquebrantable y una generosidad que no es normal. Su
trabajo y su posición hacen de ella una mujer que gana un buen salario y que no
tiene, por así decirlo, problemas de dinero. A pesar de ello, no la ves vivir
como una mujer rica. Todo lo contrario, lo que le entra por un lado le sale por
otro en forma de contribución solidaria a las necesidades de la gente o de la
parroquia. Su problema es que al tener recursos, media familia y más se
aprovechan de ella. No está casada, no tiene hijos, pero su casa está llena de
gente que vive con ella (por no decir a expensas de ella).
Su debilidad: los
niños abandonados o huérfanos. Ha ayudado ya a no sé cuantos, y delante de su
puerta o dentro de su casa siempre hay una chiquillada innombrable. Cuando la
llamé para contarle la historia de Sabine y su hijo Moisés, me dijo que al
salir del hospital pasaría por casa de las monjas para verla. Y así fue. Sin
comer y sin nada, se fue directamente a ver a Sabine. Fue ella quien la llevó
al hospital y se preocupó de que le hicieran todo lo necesario para salvar a Sabine y al recién nacido y quien pagó parte de la factura hospitalaria.
Es la primera en
llegar todos los días a la iglesia. Si la misa empieza a las seis menos cuarto,
a las cinco ya está al pie del cañón. Ni la lluvia ni el frío ni el calor han
conseguido impedirle que cada mañana, fiel como un clavo, se presente en la
iglesia de buena hora para preparar todo para la misa. Yo no tengo que
preocuparme de nada, solo de llegar, revestirme y empezar la misa a la hora
indicada. El resto corre de su cuenta. Mujer de una fe enorme, ministro
extraordinario de la comunión (cada domingo, después de la misa, va a llevar la
comunión a un anciana enferma), es todo un ejemplo de vida cristiana y
comprometida.
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