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viernes, 7 de octubre de 2011

Se acaban las lluvias


Se fue el verano. Bueno, al menos eso parece, porque los servicios meteorológicos dicen que este "fresco" es transitorio y que volverá el calor. En cualquier caso, con la llegada del otoño vuelven las rutinas de un nuevo curso: retorno a las clases, reuniones de programación anual, planificaciones... mientras el calor veraniego nos va dejando sus últimos coletazos. A ver si es verdad y por fin nos viene algo de agua, que falta nos está haciendo.

En Chad, por estas fechas, se produce también un cambio de estación. Es la época en que las lluvias se retiran y poco a poco van dando paso a los ocho meses que dura la estación seca. Son las semanas más complicadas y las más delicadas para las cosechas, porque es cuando el mijo está terminando de madurar. Las últimas lluvias son auténticos torrenciales en los que pueden caer más de 50 litros por metro cuadrado en apenas un par de horas, siempre acompañadas de vientos huracanados capaces de llevarse por delante cualquier cosecha.

Recuerdo las primeras que viví. Me impresionaron tanto que hasta sentía miedo. No sólo por la virulencia de la lluvia y el viento, sino por los rayos y los truenos que caían por todas partes haciendo temblar la casa y hasta mis propios huesos (que en aquella época estaban, literalmente, a flor de piel). Jamás había visto llover de esa manera. Acostumbrado al suave orvallo gallego, ese "calabobos" que va empapando suave pero concienzudamente la tierra, las calles, los muros, las gentes y todo lo que se ponga por delante, me dejaban sin habla los ruidosos y abundantes chaparrones africanos. La Naturaleza es así, y África, para bien y para mal, es un lugar en el que se muestra con toda su fuerza, pero también con toda su belleza.

Terminadas las lluvias, viene la época de la cosecha. Todos los poblados se convierten en un hormigueo de gente que va a los campos para recoger el fruto de tantos sudores y el objeto de tantas esperanzas. Si las lluvias fueron buenas, la cosecha será buena y habrá alimento para todo el año. Si las lluvias escasearon o fueron demasiado fuertes, tocará un año de sufrimiento y escasez, algo que, por desgracia, se está haciendo cada vez más frecuente. Sí, por desgracia África también es el lugar en el que la Naturaleza está sufriendo más los efectos de nuestro maltrato.

Con las cosechas llega también el momento de ir de poblado en poblado para celebrar las "Misas de acción de gracias"; momento hermoso e intenso en el que más disfrutaba como sacerdote. Y es que el sentido de agradecimiento -y de agradecimiento a Dios- es muy fuerte en el pueblo africano. Cuando llegan estas fechas, siempre añoro aquellas correrías, las carreteras todavía inundadas de agua y casi impracticables, la muchedumbre cantando y bailando durante la Misa para ofrecer su "diezmo" al Dios de la vida, del campo y del mijo, a ese Dios que, a pesar de todo, siempre está con su pueblo.



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