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viernes, 1 de abril de 2011

La Paz es posible


Durante estas últimas semanas todos los medios de comunicación han estado informando de manera exhaustiva sobre la situación que se está viviendo en Libia, donde la población civil es, una vez más, víctima inocente de los enfrentamientos entre un dictador que se aferra obsesionadamente al poder y las fuerzas insurgentes que luchan por instaurar una nueva era democrática en el país.

Si bien todo el mundo está de acuerdo en que el Coronel Gadhafi debe abandonar el poder, no son pocos los que critican las motivaciones que han empujado a la comunidad internacional para actuar de manera tan contundente. Muchos nos preguntamos: ¿Por qué no se actuó de la misma manera en Darfur, Ruanda o en la República Democrática de Congo, por ejemplo, donde millones de personas perdieron la vida de la manera más cruel e injusta? Todo apunta a que bajo forma de crisis humanitaria, se esconden otras motivaciones bien diferentes, más de carácter estratégico, político y económico que humanitario o de defensa de los derechos de la población civil.

Libia no es un caso aislado. Primero fue Túnez, luego Egipto, Yemen y otros países árabes. Incluso Mohamed VI ha iniciado una serie de reformas políticas en Marruecos para evitar que la ola de revueltas populares se contagie también en el reino alauita. Es el deseo de un pueblo que quiere salir de la postración y embarcarse en el camino de la libertad y la democracia, y que para ello está dispuesto a sacrificar incluso su propia vida. Un pueblo que ha iniciado un camino de no retorno, convencido de que es mejor morir libre que seguir viviendo como esclavo.

El conflicto libio no es el primero ni será el último -por desgracia- que se viva en el continente africano. Antes lo vivieron Nigeria, Sierra Leona, Sudán, y muchos más. Hoy lo están viviendo Libia, Costa de Marfil o la República Democrática de Congo, por citar los más sangrantes. En todos ellos, como afirma el cardenal ghanés Peter Turkson en una entrevista que publica Mundo Negro en su número de abril, la única salida es la reconciliación. Sólo la reconciliación puede llevar a la población a salir de las situaciones de conflicto y a iniciar una nueva etapa de la vida en sociedad.

Y mientras Libia se desangra en una guerra civil que siembra de muerte y tristeza sus ciudades, Sierra Leona lucha por salir adelante diez años después de una guerra que la dejó postrada en la más absoluta miseria. A punto de celebrar el 50 aniversario de su independencia, este pequeño país de la costa occidental africana, hoy puesto como modelo de democracia en África, se prepara para las elecciones presidenciales del próximo año.

Este mes de abril los cristianos culminaremos el tiempo de Cuaresma y celebraremos la Pascua, victoria de la vida sobre la muerte, de la paz y la reconciliación sobre el odio y la división. Cuaresma y Pascua nos invitan a luchar para cambiar lo oscuro y negativo de la vida humana transformándolo en luz renovadora. Cristo creyó en ello y lo dio todo, incluso su propia vida, para que dejásemos de vivir como esclavos y alcanzásemos la verdadera libertad. Él nos reconcilió con Dios y nos invita hoy a reconciliarnos entre nosotros.

El ejemplo de Sierra Leona, que a pesar de vivir en una situación económica y social todavía muy precaria, ha emprendido decididamente el camino de la reconciliación, nos muestra que con voluntad y justicia por parte de todos, es posible la paz.

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