Todo parece indicar que el
“sí” a la independencia obtendrá una amplia mayoría, y el
riesgo de que estalle un nuevo conflicto es real, ya que no todos
están dispuestos a aceptar de buen grado la emancipación del sur.
En una cumbre de líderes árabes y africanos celebrada el pasado mes de octubre en Sirte (Libia), el presidente libio Muhamar El Gadafi advirtió que la eventual partición de Sudán puede constituir una enfermedad contagiosa que se diseminaría por otros países de África, e insistía en la necesidad de respetar la integridad territorial de Sudán. Por su parte, el presidente chadiano Idriss Déby -que aspira a renovar su mandato presidencial en mayo- ve la secesión de Sudán Meridional como una amenaza para su propio país, de características muy similares y con un norte y un sur bien definidos e históricamente enfrentados entre sí.
En una cumbre de líderes árabes y africanos celebrada el pasado mes de octubre en Sirte (Libia), el presidente libio Muhamar El Gadafi advirtió que la eventual partición de Sudán puede constituir una enfermedad contagiosa que se diseminaría por otros países de África, e insistía en la necesidad de respetar la integridad territorial de Sudán. Por su parte, el presidente chadiano Idriss Déby -que aspira a renovar su mandato presidencial en mayo- ve la secesión de Sudán Meridional como una amenaza para su propio país, de características muy similares y con un norte y un sur bien definidos e históricamente enfrentados entre sí.
A los intereses políticos y
estratégicos se unen, además, grandes intereses económicos. El
hecho de que el 80 por ciento de las reservas del petróleo de Sudán
-el tercer productor de África- se encuentre en el sur, constituye
un elemento capital, a pesar de que haya un acuerdo sobre el reparto
de los beneficios de su explotación. Por otra parte, la cohesión
interna entre las numerosas etnias que pueblan el sur del Sudán, una
cohesión que no es ni mucho menos evidente, será uno de los
principales retos que deberá afrontar el nuevo Gobierno.
Tanto las autoridades
sudanesas como la comunidad internacional tienen la grave
responsabilidad de garantizar que el referéndum se pueda celebrar
con total transparencia y seguridad. Sin embargo, los bombardeos
perpetrados por el Ejército de Sudán contra algunas poblaciones del
sur el pasado mes de diciembre o las reiteradas amenazas del
presidente El-Beshir si el sur decide independizarse no son, desde
luego, un signo de que Jartum esté por la labor de garantizar esa
seguridad. El próximo día 9 los sudaneses del sur, dueños de su
propio destino, hablarán, y su decisión, sea la que sea, deberá
ser respetada.